Aunque mucho antes de la historia de la “Internet conocida” existían redes de ordenadores en institutos de investigación y agencias militares, su acceso estaba restringido al público general. Fue el 23 de agosto del año 1991 cuando el CERN abrió su red al público, creando entonces la World Wide Web.
A partir de ese momento, Internet no ha dejado de crecer, tanto en tamaño, como en cantidad de servicios ofrecidos. Este crecimiento ha hecho necesario, al mismo tiempo, aumentar la velocidad de acceso a la red, buscándose el equilibrio entre las velocidades medias de acceso y el tamaño de los contenidos servidos.
A continuación, damos un repaso a los principales hitos de la velocidad en Internet, empezando por los primeros módems de 28,8 kbs y terminando en las conexiones de fibra y móvil más rápidas y modernas.
¿Cómo se mide la velocidad en Internet?
Para poder entender esta publicación, es importante tener ciertas nociones sobre las unidades de medida de la velocidad de acceso a Internet.
La velocidad de Internet se mide en megabits (Mb) por segundo (a menudo abreviado como “Mbps”).
Un bit es un dígito binario, algo así como una unidad microscópica de datos (ocupa mucho menos que una sola letra o número dentro de un email). A partir de los bits, surgen los Kbps (kilobits por segundo, equivalentes a mil bits por segundo) y los Mbps (megabits por segundo, equivalentes a un millón de bits por segundo).
Cuando medimos la velocidad de acceso a Internet, no solamente debemos tener en cuenta la cantidad de Mbps, sino que también hay otros aspectos vitales, como la velocidad de descarga, la velocidad de subida o la latencia de la conexión. Estos tres valores son todos igual de importantes a la hora de disfrutar de un uso de Internet fluido realizando cualquier tipo de tarea.
- La velocidad de descarga, medida en Mbps, mide el tiempo que tardamos en descargar un fichero o grupo de datos desde un servidor remoto hacia nuestro equipo. Ejemplos habituales de descarga de datos podrían ser la visualización de una emisión en streaming o la actualización de una app.
- La velocidad de carga o de subida, también medida en Mbps, mide el tiempo que tardamos en enviar un fichero desde nuestro equipo hacia un servidor remoto. Un ejemplo habitual de esto sería subir un vídeo a YouTube o publicar una foto en Facebook.
- La latencia, también conocida por los más jóvenes como “ping” o “lag”, se mide en milisegundos, y sirve para analizar el tiempo transcurrido entre el momento en que se envía la información en un punto y se recibe en otro. Es muy habitual ver problemas con la latencia en videojuegos online.
Tener buenas cifras en los tres factores anteriores, disfrutando de conexiones simétricas (misma velocidad de subida y de bajada) con baja latencia, hace que la experiencia de los usuarios en Internet sea mucho más fluida, sin esperas ni problemas.
Cuando era más barato pagar por un disco que descargarlo
A mediados de los 90, con la implantación en Internet a nivel global, la única forma de conectarse era mediante el uso de un módem conectado a la línea telefónica. Las velocidades de acceso de estos módems eran habitualmente de 28,8kbs o, más tarde, de 56kbs. La baja velocidad unida al alto precio del acceso a Internet en muchos países, hacía que fuese muy costoso descargar cualquier tipo de software o ficheros multimedia. Descargar un disco sin compresión de audio con uno de aquellos módems podía tardar semanas.
Unos años más tarde, se empezaron a ofrecer servicios de canales RDSI, donde las velocidades aumentaron a 128kbs. Este considerable aumento de la velocidad, era solo una de las ventajas de RDSI, que también nos evitaban la famosa y tediosa marcación de los módems (la conexión por RDSI era instantánea), y a la vez nos permitían liberar la línea telefónica (los módems, utilizaban la línea telefónica estándar, y nos impedían recibir o realizar llamadas al mismo tiempo).
La tecnología ADSL al rescate
Más tarde, ya entrados en el nuevo milenio, las empresas introdujeron la tecnología ADSL y las velocidades aumentaron a la par que los precios comenzaban a reducirse. Internet ya no era algo solo para privilegiados, sino que las tarifas planas de acceso permitían que cualquiera pudiese tenerlo en casa como un complemento más, siempre conectado.
Las primeras instalaciones ADSL permitían descargar a 512kbs, pero rápidamente, la velocidad ofrecida comenzó a aumentar y se volvió habitual ver ADSL de 2, 4, u 8 Mbps. En muchas zonas rurales españolas, todavía a día de hoy se conectan con servicios ADSL cercanos a los 2Mbps.
La tecnología ADSL ha seguido mejorando hasta ofrecer velocidades mucho más altas, de varios cientos de megas, pero la evolución del mercado hace que esté siendo sustituida por conexiones móviles y de fibra óptica.
Fibra y datos móviles, el presente y futuro
A pesar de que otro tipo de conexiones, como la conexión por satélite, están siendo implantadas en algunos lugares, su alta latencia y otro tipo de problemas, están haciendo que en la actualidad solo haya competencia entre dos tipos de conexiones, que además son compatibles entre sí, la tecnología de fibra para los hogares y la tecnología 4G y 5G para los datos móviles.
Internet, cada día proporciona contenidos de mayor calidad, que ocupan más y que requieren de conexiones más rápidas. El auge de las plataformas de streaming y de los videojuegos online hacen que los usuarios que no tienen velocidades de bajada, subida y latencia adecuadas, experimenten muchos problemas. Los usuarios ya no buscan solamente un proveedor de Internet barato, sino uno estable y rápido.